Xinran Xue era presentadora de un influyente programa radiofónico chino cuando en 1989 recibió la angustiada carta de un chico: una niña había sido secuestrada y forzada a desposarse con un anciano, el cual la tenía encadenada. Los hierros estaban lacerando su cintura y se temía por su vida. Xinran consigúió su liberación, aunque se dio cuenta de que un silencio histórico imperaba sobre la desoladora condicíón femenina en su nación. Comenzó a difundir las historias de las mujeres que llamaban a su programa nocturno y esta popular e inédita iniciativa recibió miles de cartas que relataban una situación increible.
Yo creo que el asunto de las mujeres y los hombres es aún más complejo en China. Aquí tenemos que vérnoslas con más de cincuenta grupos étnicos, cambios políticos, y patrones de comportamiento y vestimenta de la mujer. Tenemos más de diez palabras diferentes para decir esposa.
Por más revolucionario que fuera el pueblo, dijo, no podría sobrevivir sin libros. Sin libros no seríamos capaces de entender el mundo; sin libros no podríamos desarrollarnos; sin libros la naturaleza no podría servir a la humanidad.
Una vez que las personas dejan este mundo, viven en la memoria de los vivos. A veces puedes sentir su presencia, ver sus caras, oír sus voces.