Al senador Onésimo Sánchez le faltaban seis meses y once días para: morirse cuando encontró a la mujer de su vida. La conoció en el Rosal del Virrey, un pueblecito ilusorio que de noche era una dársena furtiva para los buques de altura de los contrabandistas, y en cambio a pleno sol parecía el recodo más inútil del desierto, frente a un mar árido y sin rumbos, y tan apartado de todo que nadie hubiera sospechado que allí viviera alguien capaz de torcer el destino de nadie. Hasta su nombre parecía una burla, pues la única rosa que se vio en aquel pueblo la llevó el propio senador Onésimo Sánchez la misma tarde en que conoció a Laura Farina.
Un relato bastante particular que toca puntos como la corrupción política, la mujer como objeto de transacción y el abandono a las regiones de Colombia. Una vez leído el cuento, les recomiendo escuchar la canción Laura Farina de Rubén Blades. Es el postre para semejante plato literario. Sin duda alguna, una de las obras más infravaloradas de Gabo.