En la segunda entrega de la serie de los peregrinos de Canterbury, asistimos al relato del magistrado, una historia en la que se entremezclan la alta política, el crimen organizado (liderado por un misterioso Guardián de las Puertas) y una bella historia de amor homosexual. Una trágica y sangrienta narración que nos invita a recorrer el Londres medieval, de los silenciosos claustros a los bulliciosos y fétidos callejones de los barrios bajos, siempre de sorpresa en sorpresa.
Chaucer parecía un hombre alegre, de relucientes ojos, pronta sonrisa, rostro rubicundo y barba bien cuidada. «Astuto como un zorro», pensó Harry. A Chaucer, hombre inteligente y astuto, le gustaba poner en evidencia las debilidades de la gente con una discreta burla.