Análisis sobre cómo nuestros modos de ver afectan a la forma de interpretar. El programa televisivo Ways of seeing, dirigido en 1972 por un jovencísimo John Berger. La serie recibió diversos premios, revolucionó la teoría del arte y fue adaptada al presente libro, convirtiéndose desde entonces en un título indispensable de la teoría del arte y de la comunicación visual. En estas páginas, Berger analiza cuatro aspectos de la interpretación de la pintura al óleo: su origen relacionado con el sentido de la propiedad, el uso continuado de la mujer como objeto pictórico, la relación entre la herencia visual de la pintura y la publicidad y, finalmente, la transformación del significado de la obra original en el marco de sus múltiples reproducciones. En esta nueva edición, minuciosamente revisada, se ha recuperado el diseño original de Richard Hollis.
Todas las personas que estén pensando en escribir algo sobre imágenes, no pueden obviar tener en cuenta este libro. Ni pueden obviarlo quienes vayan a trabajar sobre género y publicidad. Pueden decirme que tiene conceptualizaciones un tanto "viejas" porque fue escrito a comienzos de la década de 1970. Pero puedo asegurarles que lo que cambió, solo se magnificó. Y, si lo que ustedes necesiten argumentar está muy cambiado, les servirá para tener marco teórico y estado de la cuestión. Los capítulos de imágenes son los que más sufrieron el paso del tiempo, pero si analizamos según la propuesta del autor, y comparamos con imágenes actuales, los cambios no son tan "cambios". Y, si tiene un plus, es que está escrito por la mano maravillosa de Berger, que puede hacer comprensible hasta lo más complejo.
Cuando se ama, la vista del ser amado tiene un carácter de absoluto que ninguna palabra, ningún abrazo puede igualar: un carácter de absoluto que sólo el acto de hacer el amor puede alcanzar temporalmente.
Como las palabras, las apariencias pueden leerse también y, de entre las apariencias, el rostro humano constituye uno de los textos más largos.
La fascinación no puede existir sin que la envidia social de las personas sea una emoción común y generalizada.
No hay dos sueños iguales, Unos son instantáneos, otros prolongados. El Sueño es siempre algo muy personal para el soñador. La publicidad no fabrica sueños. Se limita a decirnos a cada uno de nosotros que no somos envidiables todavía... pero podríamos serlo.