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RELIGIÓN Y FILOSOFÍA

MITO Y EPOPEYA II: TIPOS EPICOS INDOEUROPEOS: UN HEROE, UN BRUJO, UN REY

GEORGES DUMEZIL

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Sinopsis de MITO Y EPOPEYA II: TIPOS EPICOS INDOEUROPEOS: UN HEROE, UN BRUJO, UN REY

eorges Dumézil continúa aquí su colosal fundamentación de la mitología comparada a través del análisis diacrónico del Mahabharata y otros textos de origen griego, escandinavo e iraní. En ellos, el autor descubre un gran número de coincidencias y analogías que sugieren un origen común. Por un lado, el estudio paralelo de tres personajes de origen hindú, escandinavo y griego, arroja un tipo, el héroe, como producto de "la apuesta del juego de los dioses". Por otro lado, la comparación entre dos figuras legendarias hindú e irania pone de manifiesto a un segundo tipo de hombre que se encuentra "entre los dioses y los demonios": el brujo. Por último, el análisis conjunto de los gobernantes hindú, iranio e irlandés revela un tercer tipo, surgido como intermediario "entre los dioses y los hombres", el rey. Así, las analogías que se presentan aquí llevan al autor a afirmar que estas concepciones no pudieron haberse constituido de manera independiente. Estas comparaciones, explica, sólo son posibles si los documentos, considerados en la perspectiva de su época, se someten a un análisis que aclare su plan y su significado.

1 reseñas sobre el libro MITO Y EPOPEYA II: TIPOS EPICOS INDOEUROPEOS: UN HEROE, UN BRUJO, UN REY

Otro libro voluminoso que, sin embargo, no tiene ningún desperdicio. Al igual que el libro de James Frazer “La Rama Dorada” que Georges Dumézil confiesa haber tomado de señero para sus propias investigaciones, “Mito y Epopeya”, también se basa en una estructura de fondo para dilucidar los mitos, ritos y religiones de diversas sociedades. La diferencia estriba en que, Dumézil, toma como referencia o punto de partida, no un mito concreto, sino una lengua que, no obstante, siempre se ha perfilado “indeterminada”. Esta lengua es la que, por convenciones académicas, se ha designado como: Indoeuropeo, pues se piensa que al final del tercer milenio antes de nuestra era, una tribu migratoria que provenía del norte de Europa (o quizás del sur de lo que hoy es Rusia) arribaron en diversas oleadas a todo el continente europeo, hasta llegar a los confines de la India. Estos colonizadores, hablaban muy probablemente la lengua que luego se comprendió como “el tronco común” de una gran familia de lenguas habladas en todas las regiones donde tuvo alcance su dominio e influencia. Dumézil, apoyándose en los mitos de las culturas que heredaron el indoeuropeo o evolucionaron a partir de él, estructuró lo que llamó “el sistema de las tres funciones”: según él, todas estas sociedades tenían en común, una visión tripartita del mundo, que articulaban en un orden jerárquico: la soberanía mágica y legal (la primera función); la fuerza física y principalmente guerrera (la segunda función); la riqueza y sencillez de la producción agrícola (la tercera función). Así, estos ancestros muy distantes se basaban en una concepción de la sociedad que distinguía a los sacerdotes, guerreros y pastores-agricultores en una jerarquía. Sin embargo, “Mito y Epopeya” está pensado como un libro para un “uso literario” más que para un uso teológico o religioso, es decir, pretende enlazar, por medio de la lengua de sustrato, no solo los mitos, sino también las historias seculares, leyendas y epopeyas que los principales pueblos indoeuropeos contienen como un patrimonio común. La lectura de "Mito y Epopeya", tiene una base lingüística que se me presentó más que interesante, de hecho, me parece un estudio mucho más serio, en ese aspecto, que aquel de Max Müller el precursor de la Mitología Comparada, en cuanto que no le atribuye al mito una idea tan simplista como la evolutiva o como una simple “enfermedad del lenguaje” sino que Dumézil arma estructuras digamos “orgánicas” del mito, no lo comprende como que nos servimos del mito para enunciar lo que no comprendemos, sino, todo lo contrario, son las sociedades las que han servido al mito, le han dado vida a través de los diversos aportes culturales con las que ha tenido contacto, el mito es un ente vivo que subyace, por lo menos, quizás, de manera arquetípica como luego señalaría Jung, en la memoria y en el estrato lingüístico de los pueblos que gozan de aquel tronco común: el indoeuropeo. Por supuesto, la lectura del libro se hace algo densa, debido a estos prolegómenos lingüísticos, pero, si se está interesado en las relaciones intrínsecas del mito, resulta incluso un “vademécum” para un filólogo (o conato de filólogo como es mi caso ); también representa un viaje increíble literario y cultural muy agradable.


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