Suprimir al azar diez o veinte siglos de historia no afectaría de manera sensible a nuestro conocimiento de la naturaleza humana. La ?nica pérdida irreparable sería la de las obras de arte que esos siglos vieron por sus obras. Como la estatua de madera que dio a luz a un árbol, sÛlo ellas aportan la evidencia de que, en el transcurso de los tiempos, algo ha sucedido realmente entre los hombres.