Aunque apenas recuerda nada de Force, el príncipe Royman intuye que allí reside la luz, la alegría y el amor, ya que en lo más profundo de su ser no puede acallar los recuerdos de una mujer... ¿Su nombre era Sibila? ¿Cómo no añorar el antiguo reino cuando se está en Mort, ese mundo oscuro y tenebroso, dominado por la muerte? Todo indica que el destino de Royman está trazado de antemano. Pero tal vez haya una manera de que el príncipe le plante cara, alcance la gloria convertido en caballero milmort y regrese a la luz tras escalar el Monte Milmort. Sin embargo, la cadena de mil eslabones que todo caballero milmort lleva en torno a su cuello y el Gran Secreto de Mort, que horroriza a todo aquel que lo conoce, suponen una carga muy pesada… Tal vez Ónica, la princesa guerrera, pueda ayudarle a liberarse.
Curiosamente, ya no les hago responsables. Sé que en Mort las cosas son así. Aquí no puedes echarle la culpa a nadie de una muerte. Aquí se muere por principio. En un mundo en el que nada crece, en el que no nacen niños, en el que la vida tiene poco valor y el futuro no existe, no puedes esperar nada.