ntre los trastos viejos de una buhardilla, en el interior de un reloj adquirido a un anticuario, o cualquier día de invierno en el patio de un apacible internado, lo Extraordinario o Innombrable acecha en silencio desde su discreto escondite. Mi hermana Elba y Los altillos de Brumal son una flagrante incitación al viaje. Un viaje por los caminos de la memoria, por misteriosos espacios en los que «se está sin estar», por mundos cotidianos cuyos límites no son tan claros y estrictos como pudiera parecernos en un principio. Pero Mi hermana Elba y Los altillos de Brumal son también una propuesta de viaje al tiempo delicioso y cruel, mágico e inquietante, magistralmente orquestado por la autora a lo largo de ocho relatos, que alcanza plenamente su objetivo. El lector no puede en momento alguno eludir su participación en el ensueño.
Los cuentos que integran este libro suceden en un mundo intermedio entre la realidad y la ficción. La autora desdibuja las fronteras entre ambos de forma que no sabes cuando acaba uno y empieza el otro. Seres desdibujados que existen o no que se definen como veraces, pero acaban diluyéndose en una nebulosa incierta. La autora tiene un estilo impecable y se mueve como pez en el agua en esta indefinición que es a la vez precisa e incierta. No hay demasiada precisión geográfica ni temporal aunque alguno detalles datan y sitúan las historias. Me ha gustado mucho y no tanto por el misterio sino por el poder que tiene la buena literatura en llevarnos a un plano que acaso alguna vez si acaso percibimos en la duermevela. El no mundo siguiendo al poeta Juan Eduardo Cirlot .No se lo pierdan.