Cuando me mezclaba con la multitud o iba a pie por las calles, todos los rostros se iluminaban, todas las bocas proclamaban su contento, todas las manos se tendían hacia mi. En un total de setenta días, vi a a doce millones de franceses, recorrí cuarenta mil kilómetros, hablé seiscientas veces en reuniones más o menos oficiales, cuatrocientas veces desde lo alto de las tribunas, y estreché cien millares de manos.