La búsqueda espiritual se basa en la asunción de que hay un yo que busca, pero lo cierto es que el yo es sólo un pensamiento que ocurre en el momento presente. Con gran sentido del humor, compasión y claridad, Jeff Foster conduce al lector a enfrentarse directamente con su propia ausencia, una ausencia que, paradójicamente, también es una presencia perfecta.