«Cuando Nereya llegó con sus primos y tíos al pueblo no podía imaginar que se encontraría con la bruja del monte, a la que todos los niños temían y odiaban. Tras un encuentro providencial con ella se da cuenta de que, lejos de ser una bruja, la anciana señora es más bien un hada dulce y bondadosa que acarrea en su encorvada espalda, además del peso de sus muchos años, mucho sufrimiento y soledad. Nacerá entre ellas una amistad profunda y un cariño sincero, que llevará un día a María Pepa a hacerle a su amiguita el más preciado regalo».