MARCOS MONTES

Marcos Montes es un trabajador de una mina, quien se expone todos los días a descender a la planta más baja de la misma para poder conseguir el sustento diario para su mujer y el hijo que viene en camino. Un sueño media como premonición para lo que puede llegar a suceder. Sueña con su hijo, pero es una persona mayor que le habla como si este ya no tuviera autoridad. Lo mira como si ya no fuese el padre, sino que impone, mediante su semblante, una especie de soberbia y autonomía. Cuando Marcos baja a la planta de la mina en la que trabaja, sucede un accidente que lo deja enterrado, junto con todo el grupo de persona que tiene que ir siempre hasta allí. Ahora, lo que viene de aquí en adelante es: Una serie de diálogos entre los seres humanos que se encuentran atrapados; una serie de disquisiciones de Marcos acerca del liderazgo y de los valores de las personas; la narración de una serie de hechos que permite evidenciar que los perjudicados con el deslizamiento pueden llegar a salir; y una serie de sucesos del todo extraños que, al menos a mí, me llevaron a plantearme si seguía leyendo o si ya había caído dormido, y si lo que estaba pasando era un sueño o la realidad. No es que piense que haya sido pésimo, pero sí me llama la atención saber cuál fue la intención del autor para escribir algo así. Tenía un buen tema, unos buenos personajes, pero, cuando estaba concentrado esperando haber qué era lo que pasaría, entre ese diálogo con su amigo el africano que me pareció de “otro mundo” y luego su viaje en la moto… Si “de otro mundo”, tal vez sí lo comprendí, pero lo que no hice fue disfrutarlo, o al menos apreciar (llámese como se quiera llamar), ese cambio tan radical en la problemática de la novela. Qué quisiste hacer autor, te escucho…