Texto sobre las dificultades y los dolores de la inmigración, escrito con emoción y alto vuelo literario. Una campesina española envía a su hija de quince años a la Argentina de Perón. Quiere sacarla de la miseria y le promete que pronto la seguirá con toda su familia. Pero algo falla y nadie viene, y la chica se queda atrapada en un país hostil donde crece, se casa, lucha contra su destino y sufre el destierromás cruel. Tras muchos años deja de sufrir y se hace argentina. Entonces sus hijos y nietos le anuncian que quieren irse a vivir a España, huyendo de la depresión económica, y todo vuelve a empezar
Gran libro. Biografía de la madre del escritor. Un día el autor decide sugerirle a su madre que vaya a una sicóloga que quiza le ayude con algunas falencias. Y descubre con estupor que cada vez que el hijo pasaba a buscar a su madre de la sesión encontraba a la terapeuta llorando. Un relato crudo de la inmigración y de los sinsabores y abusos a los que se exponían las chicas que los padres enviaban a América en busca de una vida mejor, y que se encontraban con otra realidad. Conmovedor.
Gran libro que aborda temáticas que nos atraviesan como la inmigración, la familia, la política y que está escrito con un gran vuelo literario y emoción.
Conmovedor. Uno de los mejores libros de Fernández Díaz, que es un autor tan dúctil que pasa de una pluma cargada de emoción y humanidad, a personajes como Remil de El puñal, con relatos descarnados que dan asco. Uno de los mejores escritores argentinos de la actualidad.
Linda novela biográfica de la madre del autor, que nos muestra que todo es cíclico, que todos somos emigrantes y que vamos dejando partecitas nuestras en cada lugar que habitamos.
Siendo de familia de inmigrantes ( mi padre nació en Mallorca) es un libro que me tocó profundo. Confieso haber llorado emocionado durante muchas páginas. Lo regalé a muchas madres en su día aqui en Argentina. Conmueve. Suscita admiración. El autor es un gran gran escritor.
Conmovedora historia excelentemente narrada. Hace vivir lo que se siente ser inmigrante y descendientes de ellos. Sin desperdicio
Mi madre ya no llora con esas cartas. Pero no acierta a recordar cuándo ni dónde las guardó, ni por qué será que prácticamente las da por perdidas. Son las cartas de Mimí.