Una inmersión en una sociedad turbia y asfixiante, un viaje no siempre agradable. En Luz de agosto aparecen retratados algunos de los personajes más memorables de Faulkner: la cándida e intrépida Lena Grove en busca del padre de su hijo; el reverendo Gal Hightower, atormentado por constante visiones de soldados de caballería confederados, y Joe Christmas, un misterioso vagabundo consumido por los orígenes raciales de sus antepasados. Faulkner, además de haber sido el innovador de una forma de narrar que ha influido poderosamente en las generaciones que le han continuado, fue el cronista de los más notables hechos, costumbres y personajes de su tierra. Luz de agosto es una de las obras más representativas de un hombre que, trabajando sobre la historia y haciendo campear la imaginación, logró convertirse en uno de los escritores más importantes de su siglo.
Años 30. Lena Grove, una adolescente embarazada, recorre durante un mes los caminos y carreteras de Alabama en busca de su novio Lucas Burch, quien la dejó con la excusa de buscar trabajo para poder casarse antes de que naciera su hijo. Siguiendo las indicaciones que le dan, llega hasta el pueblo de Jefferson, justo cuando se produce un incendio en la cabaña de Joanna Burden y se encuentra su cadáver decapitado. Joanna una mujer blanca, que ofrecía consejos legales a la población negra y era despreciada por ello, tenía como vecinos a dos trabajadores de una cercana carpintería. La policía sospecha de ellos y atrapa a uno, que resulta ser el tipo que huyó dejando embarazada a Lena, mientras que el otro, Joe Christmas, huye. La policía encuentra rápidamente al culpable cuando Burch les informa que sangre negra corre por las venas de Christmas. En aquellos años en los que apenas dos generaciones separaban a los afroamericanos de la esclavitud, las diferencias no se habían diluido y la más mínima sospecha de tener sangre negra o ser simpatizante de ellos significaba ser juzgado y condenado. Una intensa caza comienza en busca del blanco con sangre negra. Christmas no es ningún angelito. Fue abandonado al poco de nacer en un orfanato y aunque de tez blanca, la sospecha de tener un antepasado negro siempre le persiguió y lo trataron y se sintió diferente. Su sangre negra era lo que le servía para justificar su mal comportamiento. No se portaba bien con las mujeres, pues en ellas veía el pecado de su madre, sin embargo,¿hasta el punto de llegar a matar a la mujer que fue su amante? Me ha parecido una auténtica obra maestra no sólo por el argumento y el desarrollo de los acontecimientos sino por la forma de presentar y describir los personajes. Conocemos su vida y lo que piensan en profundidad a través de ellos mismos, no hay un sólo narrador sino tantos como personajes y esto fue una novedad en la literatura que sería admirada y utilizada por muchos de los grandes que vendrían detrás: Steinbeck, García Márquez, Vargas Llosa, Onetti...
Ahora es cuando comprendo sin discernimiento alguno, el peso y la responsabilidad que debe asentar en sus hombros un escritor, no solo por escribir, sino por escribir bien. Por más prosaico y trivial que sea el contexto que nos quieran exponer, siempre que lo narren con mesura, merecen asegurar un cupito en aquel restringido universo de las denominadas obras maestras, que a todas estas, “Luz de agosto” no escaparía a este círculo. Tal como su nombre lo indica, la novela transcurre en agosto, y se centra en dos historias de dos personas diferentes pero que sirven estupendamente a la construcción de un relato que además de cautivador, acerca al lector con el talento literario de Faulkner. Debo decir que es una de las novelas y autores favoritos de García Márquez, el cuál —en mi humilde opinión—, a modo de tributo con el primero, utilizó parte de su estilo narrativo para desarrollar la apoteósica novela “El amor en los tiempos del cólera”. Ya que las técnicas utilizadas por los dos autores para presentarnos a los personajes principales (Joe Christmas - Florentino Ariza) son muy similares. En ambas, los protagonistas aparecen cuando la historia va muy adelantada. En conclusión, me gustó mucho este libro.
Novela sureña, tipica plagada de racismo, intolerancia, fanatismo tristeza, con el bien logrado y descriptivo manejo del lenguaje de William Faulkner,
Te agradezco William por haberme dejado descubrir tu maravilloso mundo. Qué hermosa y compleja lectura. Hay que disfrutar despacio, lentamente. Sólo puedo decir: muchas gracias!!.
Este libro me gusto de una manera particular. La historia no me agradaba mucho, sin embargo, casi sin darme cuenta fui quedando atrapada en la genial narrativa del autor que, aunque un poco confusa y complicada, me pareció fascinante. Ahora comprendo por qué Gabriel Garcia Marquez admiraba y mencionaba con frecuencia a Faulkner, justamente por eso me decidí a empezar a leer este genial autor y procurare seguir leyendo más de él. Muy recomendado para quien quiera disfrutar de una narrativa peculiar y emocionante.
La mejor novela de Faulkner. Sin excesos de vanguardismo, con una narrativa clásica y un lenguaje claro, no pierde lo mejor de Faulkner: el drama social, la intensidad de las pasiones, la aceptación de destinos trágicos. Un libro excelente.
Faulkner nunca decepciona, puedo escoger cualquier título sin leer su sinopsis y el final es el mismo: un par de días en los que no puedo digerir ninguna otra lectura porque me tiene aún absolutamente inmersa en el mundo que me ha planteado. Bien queda comparar a veces los pueblos chicos con el infierno, en este caso uno particular en el que todos sus protagonistas parecen llevar un camino infinito dentro y cruzar sus destinos sólo sirve para avivar el fuego, adentrarlos aún más en su tragedia. El que un poco más allá era víctima, en aquel otro lado es victimario, y sin embargo, uno como lector sabe que siempre será los dos.
Un hombre que corre hacia un fusil o que se aleja de él no tiene tiempo de preguntarse si la palabra que sirve para designar lo que hace es valor o cobardía".
Se suele decir que sólo puede engañar el embustero empedernido. Pero a menudo ocurre que el embustero empedernido y crónico sólo se miente a sí mismo. El hombre cuyas mentiras se aceptan más fácilmente es aquel que, durante toda su vida, ha tenido fama de veraz.