"De los cerros altos del sur, el de Luvina es el más alto y el más pedregoso. Está plagado de esa piedra gris con la que hacen la cal, pero en Luvina no hacen cal con ella ni le sacan ningún provecho. Allí la llaman piedra cruda, y la loma que sube hacia Luvina la nombran Cuesta de la Piedra Cruda."
De los cuentos de El llano en llamas, libro que Juan Rulfo , junto al Pedro Páramo inmortalizara, Luvina es el que me sobrecoge aún más. Tal pareciera que ese lugar lleno de algarrobos, solitario y casi desértico, hablara por sí mismo de lo que la Revolución había dejado: soledad, desamparo, tierras abandonadas y fantasmas que deambulan como sombras del pasado, negándose a volver al otro mundo. La alteridad como una forma de contar lo inconmensurable.
De los cuentos de El llano en llamas, libro que Juan Rulfo , junto al Pedro Páramo inmortalizara, Luvina es el que me sobrecoge aún más. Tal pareciera que ese lugar lleno de algarrobos, solitario y casi desértico, hablara por sí mismo de lo que la Revolución había dejado: soledad, desamparo, tierras abandonadas y fantasmas que deambulan como sombras del pasado, negándose a volver al otro mundo. La alteridad como una forma de contar lo inconmensurable.
San Juan Luvina. Me sonaba a nombre de cielo aquel nombre, pero aquello es el purgatorio. Un lugar donde se han muerto hasta los perros , y ya no hay ni quien le ladre al silencio
Allá el tiempo es muy largo... Nadie lleva la cuenta de las horas ni a nadie le preocupa cómo van amontonándose los años. Los días comienzan y se acaban. Luego viene la noche. Solamente el día y la noche hasta el día de la muerte, que para ellos es una esperanza.
San Juan Luvina. Me sonaba a nombre de cielo aquel nombre. Pero aquello es el purgatorio. Un lugar moribundo donde se han muerto hasta los perros y ya no hay ni quien le ladre al silencio