Los “transgénicos”son una de las cuestiones que actualmente tienen mayor interés para el sistema productivo agrario, como consecuencia de la revolución biotecnológica, es decir, del conjunto de avances en la transformación de los organismos vivos y por la población consumidora. Un ambiente no poco controvertido, viene marcando el inicio de novedosas sendas de progreso en las más diversas áreas del conocimiento y la actividad productiva de los humanos; que en el caso de la agricultura se concretan en los organismos genéticamente modificados (OGMs), que si en 1994 no existían, ahora alcanzan una superficie de 70 millones de hectáreas, es decir tres veces y media la superficie agraria útil de toda España. Esa difusión tan rápida de los OGMs, sin apenas incidentes sobre la salud humana y en entorno, es bien significativa de que nos hallamos ante un desarrollo científico y unas tecnologías que están proporcionando grandes utilidades a los agricultores y a los propios consumidores. Estamos, pues, ante desarrollos científicos y nuevas tecnologías que están aquí para quedarse. Negarlo, o argumentar con situaciones no plenamente comprobables o superables un día, es cerrar la senda del progreso científico y de las mejoras económicas.