'Variaciones sobre monsieur Le Diable', se titula uno de los capítulos de este libro conmovedor, en el que Aurora Venturini se para con firmeza en el delgado límite entre el sueño y la vigilia, entre la locura y la razón, o mejor, entre la vida y la muerte, para relatar aquellos instantes abismales de su extraordinaria existencia en los que sintió que su hora para irse de este mundo había llegado. Y sin embargo, luchando, con las palabras como arma principal, aquí está, con 90 años, demostrando por qué su escritura (lo que es igual a decir su vida) puede enfrentarse con monsieur Le Diable y ganarle la partida.
Antes fui valiente y brillante. Hoy me asusta cualquier rumor del viento en los huecos de una pared, y la voz humana tonante enardece fogatas de pánico. (Ya en el límite)
No hubo pausa; el tiempo, ese tiempo no figuró en ningún minutero; la noche, esa noche, no entenebreció ningún día ni despertó ventanas al amanecer, pero fue... Existe lo indefinible. Existe lo inalcanzable, así también las sombras de los ayeres vividos, (...) (De otros casos)
Y por no deberle nada a nadie, tapiaré mis días ya desgastados y urticantes. (Los espacios, el espacio)
Ayer nomás caminaba por las sendas del universo propio, del ajeno, del frío, del calor y de las lluvias torrenciales. Ayer nomás fui valiente y brillante como un diamante engarzado en la espada de un caballero medieval. No es aceptable esta decrepitud. Maldita sea. (Mario, ...)
Miedos febriles no solo nocturnos, sino permanentes. Miedo al ser en que vamos decayendo y que significa una desintegración imposible de detener: la sangre de la arteria rota, de la vena abierta. (Leyendo Los cuadernos de Malte Laurids Brigge)
No traces más rieles. El trayecto se ha cumplido. Pensarás, la próxima vez, si tomas el mismo tren. Pensarás. (No traces más rieles)