Cuando los conquistadores españoles llegaron al Nuevo Mundo a la búsqueda de El Dorado, cuál sería su sopresa cuando se encontraron con edificaciones de piedra de dimensiones verdaderamente descomunales situadas, además en regiones inóspitas e inaccesibles. Levantar aquellos gigantescos monumentos debió de requerir, sin lugar a dudas, unos conocimientos técnicos y una maquinaría de los que en aquel entonces carecían las culturas indígenas de aquella parte