Sinopsis de LOS JEFES

Edición crítica con estudio introductorio y guía de lectura. Si en el contexto de las actitudes, las tramas, los modelos de personajes y la conciencia crítica, los cuentos de Los jefes significan un anuncio de lo que serán sus novelas posteriores, en el ámbito del estilo ocurre lo mismo. Las audacias técnicas que descubrimos desde La ciudad y los perros, y comprobamos aumentadas, al menos hasta La guerra del fin del mundo, en los años ochenta, comienzan a vislumbrarse en esos relatos que piden, además, espacios más amplios. Por otro lado, frente al realismo mágico, que triunfa en la década de los sesenta, y es considerado por la crítica como un modelo propiamente hispanoamericano, la escritura de Vargas Llosa huye de elementos míticos o fantásticos y se instala más bien en un realismo que trata de dar una visión totalizadora de la realidad, y concentra todos los esfuerzos en los logros técnicos, antes que en los anecdóticos o argumentales.

2 reseñas sobre el libro LOS JEFES

A través de estos cuentos (6 exactamente) conoceremos a un joven y ambicioso Mario Vargas Llosa que tomará un puñado de experiencias y recuerdos de la ciudad en la que yo nací y en la que el escritor vivió dos años: Piura. Así que estos cuentos se me hicieron familiares, las calles por la que transcurren los personajes son calles que conozco y que he recorrido también a pie. El río mencionado, lo braseamos mis amigos de adolescencia y yo. Los personajes, todos ellos, Rubén, Javier, Miguel, Eulogio, etc; parece que los conozco, son casi palpables. Los cuentos en sí son "imperfectos" como el mismo Mario dijo alguna vez, y es que como escritor todos prefieren sus novelas. Sin embargo, me gustó mucho el cuento "Día domingo" por la manera en que el desenlace logra una conexión con el lector. Una fuerza de complicidad adolescente. Desde aquí, ya se trasluce la intención de Mario por retratar al Perú desde su infinita e inútil violencia, y este cuento tiene de todo en 30 páginas. Lo recomiendo. Es básico para entender a Mario Vargas Llosa y lo que escribe, es corto, sencillo y al punto, pero tiene destellos de lo que sería después el premio nobel peruano. En "Los jefes" retrata la rivalidad absurda entre dos bandos comandados por el narrador y Lu, el nuevo. "El desafío" también me gustó, trasmite la Solidez de las peleas callejeras, y Justo ambiciona perseverar en su honor hasta el final, "El hermano menor" es un intento de dibujar el peso de una mentira por encima de la verdad medido por la posición social, "Día domingo" es un cuento en el que Rubén y Miguel lo dejaran todo por el amor de Flora, en "Un visitante" el precio de la traición y en "El abuelo" es afán de la venganza.


Mario Vargas Llosa es uno de los nombres que con regularidad se escucha en el ambiente literario popular. Con frecuencia se habla de él antes de conocer su obra. Todavía más después de habérsele otorgado el premio novel de literatura en 2010⁠. Se ha convertido en un símbolo y un escritor por el cuál se ha de tomar partida. Llegó a convertirse en un autor de culto, sin embargo, precisamente en este punto es en donde se cruza la línea del placer al deber. En cierta forma, llegué a Vargas Llosa porque era un referente del cuál debía saber después de tanto escuchar que se hablaba sobre él. Por otro lado, según mi premisa⁠, no deberían existir las lecturas obligadas, sólo aquellas que dicta el placer de leerlas. Nos vamos haciendo con cada lectura y cada uno encuentra diversas razones para leer o no a cierto autor. Sin perder de vista que la literatura es una vía para llevarnos más allá de la ignorancia, es decir, que nos permite mirar a detalle fibras profundas del ser humano, adentrarnos, por ejemplo, mediante la ficción en las posibilidades de la ética, la liberta, el odio y el terror. En este tenor la literatura es una vía para denunciar, alzar la voz y gritar la rabia; precisamente lo que hace diferente a la literatura respecto a los panfletos de entretenimiento. Mario Vargas Llosa en el discurso “Elogio de la lectura y la ficción” dijo: “Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida”. Mario Vargas Llosa fue precursor del “Boom latinoamericano”. Durante las segunda mitad del siglo XX se desarrolló el “Boom”, fenómeno literario y editorial que rompería con los cánones literarios y desarrollaría una narrativa “propia”. Con la idea de mostrar otras realidades los escritores latinoamericanos escriben desde unas circunstancias cuyo signo esencial es la marginación, la pobreza y la insolencia de los poderosos. Una mirada otra del amor, los demonios, la muerte, el juego y la vida. Precisamente, en este capítulo se inscribe una de las primeras obras de Vargas Llosa: Los Jefes (1959). Dicen los críticos que en Los jefes se encuentra el esbozo total de la obra de Mario Vargas Llosa. Son siete los cuentos reunidos en esta obra. Sin profundizar en asuntos estrictamente literarios, es decir, desde la perspectiva de un lector aficionado se lee esta una realidad aún existente, que sobresalta a los sentidos. No es el hecho en sí, que puede ser encontrado en casi cualquier sitio de Latinoamérica, sino la manera en la que se construye el relato, en cómo asalta a la imaginación y mantiene el pulso hasta la última oración. Finalmente cada lector encontrará aristas distintas y, eso, eso es el arte en la literatura. Una obra abierta a infinitas posibilidades.


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