Los pequeños demonios de Santa María tienen revolucionado a todo el pueblo con sus continuas travesuras. El poco acierto del padre Tobías al revelarles su condición, lejos de sosegar sus mentes inquietas, las exacerba aumentando con ello sus tropelías, de las que nadie consigue estar a salvo. Sólo cuando el sacerdote se da cuenta del mal uso que ha hecho de la palabra, y cambia la de demonios por la de duendes, la panda comprende la razón por la que ninguno de sus componentes ostenta la preciosa cornamenta y el hermoso apéndice trasero propios de su origen.