Primer libro de La Saga de los Confines. Han zarpado unas naves. La Magia de las Tierras Fértiles percibe confusas señales y no logra descifrar si debe recibirlas con la alegría del reencuentro o con la tristeza de las armas. Nada saben de la terrible amenaza que se cierne sobre el continente. No saben que nada volverá a ser como fue. Los hombres de paz se convertirán en guerreros, los guerreros en héroes. Habrá que sobreponerse a largos viajes, al odio, a las traiciones, al miedo y al desamparo...
Todo está hilado con todo en una trama infinita que no podrían reproducir ni mis amadas tejedoras del sur. Pobres de nosotros si olvidamos que somos un telar. Y que no importa dónde se corte el hilo, de allí Misáianes comenzará a tirar hasta deshacer el paisaje.
...tampoco vemos al sol cuando nos abandona por la noche, pero sí sabemos que regresará y será bueno.
—Todavía veo muchas cosas oscuras —dijo el guerrero. —Si las puedes ver no lo son tanto. [...] Oscuras, en verdad oscuras, son aquellas cosas con las que tendrás que tropezar para saber que existen.
Y ocurrió hace tantas Edades que no queda de ella ni el eco del recuerdo del eco del recuerdo.
"Extrañas criaturas son los hombres", pensaba Zabralkán escuchando a HohQuiú. "Aunque el cauce grande los amenace de naufragio, ellos parecen entristecer un poco cuando la vida vuelve a su cauce ordinario".