Tercer libro de la serie, La Saga de los Confines. El Odio no suele debilitarse con las caídas sino al contrario. Se levanta, brutal, y ruge hacia los cuatro puntos cardinales. Pero el Amor tampoco se debilita con las caídas sino al contrario. Se levanta, lastimado, y canta. Ahora las Tierras Antiguas se unen a las Tierras Fértiles para librar una guerra definitiva. El hijo de la Muerte conduce las batallas, sentado en su monte. Su madre lo observa desde la distancia. La guerra, la política y la Magia deberán coincidir si desean permanecer. ¿Será eso posible?
Compuesta por 3 libros, la saga de los confines nos transporta a un mundo de fantasía donde se aproxima de manera inminente un tiempo oscuro y de múltiples guerras. Al conocer que una flota desconocida llegaba a las Tierras Fértiles será necesario que los distintos pueblos se reúnan para diseñar un plan que será decisivo para su futuro. Los personajes de la historia atravesarán momentos en los que sentirán temor, valentía, angustia, incertidumbre para enfrentar a un enemigo que poco conocen.
Las profecías tienen algo del pasado puesto que allí fueron dichas, pero tienen del futuro porque allí se cumplirán. La profecías también tienen del instante presente porque aquí las comprendemos. Decimos los Primeros Viejos que las profecías pertenecen al tiempo del Siempre y del Nunca.
No es prudente conversar acerca de las acciones deshonrosas con liviandad y sin guía, [...] porque las palabras ablandan los actos, igual que la saliva los alimentos, y los hace accesibles a nuestro espíritu. Debemos recordar que hablar sobre una traición es hacerla posible.
Kupuka amaba los juncos que crecían cerca del agua. Era Brujo de la Tierra y sabía que si dejaba de amar a los juncos luego dejaría de amar a los pájaros, luego a los pumas, luego a los hombres. Kupuka sabía que quien se permitiera ignorar a los juncos que crecían cerca del agua iniciaba el camino del desamor.
Porque cabe más memoria en un verso que la que cabe en mil veces mil palabras sin música.
...la desesperación es efímera en el cuerpo de las criaturas. Crece la sangre y se derrama por dentro. Se anegan las vísceras. El corazón se amontona en la garganta. Sin embargo, [...] enseguida la sangre retrocede devolviéndole al aire su espacio. Detrás suele venir la tristeza. Y la tristeza tiene otro modo. Deja al triste dormir, pero aguarda cerca para ser la primera en saludarlo cuando despierte.