Las revueltas estudiantiles de mayo de 1968 han quedado atrás. Desde todos los rincones del planeta, jóvenes de ambos sexos marchan hacia Katmandú, la ciudad de los dos mil templos al pie del Himalaya. Cada uno tiene sus razones, sus metas. Jane y Olivier han emprendido –cada uno por su lado y movidos por las profundas heridas sufridas en las relaciones con sus respectivos padres— uno de los “caminos” de Katmandú.
Es una novela compleja que deber ser leído detenidamente, porque contiene una historia que tiene un fondo espiritual y trascendental. Se trata de un viaje metafórico, hacia el centro de nosotros mismos, de nuestros miedos, de nuestra vida para encontrar la tranquilidad, para repensarnos, para redefinirnos. Ellos querían hallar en Katmandú la libertad, la fraternalidad entre todos los seres humanos y la proximidad a Dios, creyendo además que existía otro modo de vida y de muerte de acuerdo a la creación.