“No entendía por qué estaba yo tan tranquilo, casi sereno. Desde la nube en que me hallaba, aquello me parecía algo así como un juego; el de la vida y la muerte trenzadas sin sospecharlo. Pero en Sidi Moumen la pelona formaba parte de la vida cotidiana. No asustaba tanto. La gente llegaba, se iba, vivía o moría sin que en la ecuación de nuestra miseria cambiase nada. Las familias contaban con tantos miembros que la pérdida de uno o dos no era una catástrofe. Así eran las cosas. Llorábamos a nuestros difuntos, claro, los enterrábamos con gritos y lamentos, pero la sarta de vivos daba tanto que hacer que tardábamos bastante poco en olvidarlos. Sin embargo, ahí seguía la muerte, omnipresente. La habíamos adoptado. Vivía en nosotros y nosotros vivíamos en ella” Basado en el atentado terrorista del 2003 en Casablanca. En el libro se habla de la otra parte y logra en partes que se empatice con los perpetradores, en mi caso sentí rabia con la forma en la que se aprovechan de la ignorancia y de las ganas de dejar atrás. Es crudo y doloroso en algunas partes. Se narran hechos fuertes de una forma que se sienta que se presencian esos hechos lo cual hizo que me enganchara con la lectura.