LOS ASESINOS

En un pueblo llamado Summit, llegan dos hombres al bar restaurant con aviesas intenciones. Un cliente tiene que concurrir a cenar a la hora de siempre, pero ojalá que ese día no llegue. La violencia está en el aire, parece inevitable que se transforme en algo más, que se materialice, opresiva, envolvente. En esto estriba la gracia de este cuento de Hemingway. La tensión y el suspenso que genera la lectura, el conflicto permanente expresado en el arte de describirlo a puro diálogo entre los personajes. Los diálogos están en casi el cien por ciento del relato. Esta técnica narrativa y la economía de recursos, las descripciones justas y precisas, la caracterización de los personajes por lo que dicen o silencian en las conversaciones, lo hacen un cuento especial. Por eso será que en los rankings de cuentos destacados aparece frecuentemente. Buscando en google la “lista de los 100 mejores cuentos escritos”, junto a algunos de los de Chéjov, Borges, Quiroga, Poe, London, Saki, Melville, Gabo y otros próceres, aparece este de don Ernest. Más allá de lo certeras que puedan ser estas listas, o de quién las haga, puede que de todas maneras merezca estar en ellas, por esa originalidad y esa técnica que le permite desde sus cortas páginas hablar directo a tu imaginación. Sin rodeos. Directo al grano. Como los gánsteres avezados en cumplimiento de su misión.

Dos matones llegan a un pequeño pueblo para cargarse al sumiso y solitario Sueco. Extrapolando una gran imaginación, solo un genio como Hemingway puede idear un relato escrito casi de forma literal, dicen que durante daba buena cuenta de su copa en el sofá de un hotel, encontró un argumento ideal para plasmar sus sombrías reflexiones sobre la culpa, la expiación y lo predeterminado. La combinación de esos motivos psicológicos y existenciales de la solución criminal es la columna vertebral de esta retrospectiva historia. Esto es un relato donde Hemingway plantea preguntas que el lector debe recomponer: ¿Quién era el Sueco y quién atenta contra su vida? ¿Por qué no se ha defendido de una muerte violenta?

Y el señor Anderson sigue esperando... Sin hacer nada... Y nada pasa...

Vaya que me sorprendió tanto la resignación de la victima ante su desdichado destino como también el imprevisto distanciamiento mental y físico que estableció Nick ante tal decisión. No sospechaba el cierre de la historia.