El fuerte atractivo de la leyenda de los amantes de Teruel queda probado en la larga serie de creaciones literarias que ha inspirado, en las que a pesar de los cambios y adiciones sobre los datos conservados por la tradición siempre permanece su carácter trágico y la fascinación de un amor casto y apasionado.La versión de Hartzenbusch, una de las que ha gozado de mayor favor popular, se inscribe de lleno en la corriente del drama romántico, con todas las connotaciones que éste conlleva.Con datos de muy diversa procedencia, el autor de Los Amantes de Teruel tejió en torno a la separación forzosa y muerte de los protagonistas una intrincada red de conflictos que en su momento fue recibida con entusiasmo por críticos como Larra y Mesonero-Romanos.
Una obra de teatro escrita en verso, estructurada en cinco actos. Un drama que, a mi gusto, deja mucho que desear, no profundiza en ninguno de los temas que trata, cuenta la historia y deja los sentimientos aparte. Una manera muy pobre de escribir la leyenda que ha llegado hasta nosotros de “Los amantes de Teruel” (ya lo dice el refrán: Tonta ella y tonto él). Cualquiera puede imaginar que no les he cogido mucho cariño a los personajes. El final no tiene mucho sentido, la verdad, no me creo que nadie pueda morir de amor en menos de diez minutos, pero el destino aciago tiene que cumplirse, como sea, supongo. La verdad, porque estaba en la biblioteca, me apetecía algo de teatro español y era cortito, de no cumplir alguna de estas características, no lo habría leído, no os lo aconsejo, me ha parecido una de las obras de teatro más sosas y planas que he leído.