Las palabras han muerto melodiosamente en tu oído. Yacen en la sombra junto a los obscuros abismos lineales, atormentadas sobre blancos lienzos en la perfecta espera del olvido. En un principio la llama vigorosa, después la brasa, después la ceniza, después el viento... metódico cruce de elementos cercanos al desastre en un mismo lugar de tu corazón. Pero aún sentías la frescura del rocío humedeciendo los frutos secos de la incineración.