¿Cómo puede un hombre razonable, con estudios, prudente, dejarse guiar por sus pasiones? Esta es la pregunta que se hace a sí mismo Benito Torrentera que, a sus casi cincuenta años, abandona su apacible vida de profesor universitario para proteger a una joven criminal. La pasión que despierta en Benito el cuerpo y la malicia de Flor Eduarda, lo lanza a vivir una aventura impropia para sus años: huyen en un coche viejo hacia Michoacán. Ella desea alejarse de las manos de la justicia; Torrentera, en cambio, desea poner los pies en un pueblo olvidado, Tiripetío, lugar donde cinco siglos atrás se impartiera la primera cátedra de filosofía en América.
Todos en esta ciudad estamos haciendo cuentas la mayor parte del tiempo. Cada vez que compramos un chicle desencademos una cadena de sumas y restas que a su vez desemboca sin remedio en un cero dramático. ¿Para qué sumar tanto si estamos tan jodidos? Pág. 30.