La historia de un amor imposible entre espadas y obras de arteEn las paredes de algunas viviendas, en los museos y en los palacios, existe un mundo escondido a la mayoría de las miradas. Es el mundo de los salteadores. Hombres y mujeres con un extraño poder: la capacidad de viajar por los cuadros y recorrer las escenas que representan. El objetivo: robar los objetos de valor de los cuadros para los tres grandes señores. Esta es la historia de Lobo: el más valiente salteador que conoció la historia. Su dicha y su desgracia consistió en querer robar el manto de una Venus, pero le perdió el corazón en el intento.
Una verdadera sorpresa. Desde que terminé de leer este libro supe que se convertiría en un clásico entre mis recomendaciones. Reúne un buen puñado de virtudes a destacar. A saber: historia más que original, personajes perfectamente construidos y es un libro que está bella y magníficamente escrito. Su equilibrio lo hace perfecto para recomendar a jóvenes (se me ocurre además a aquellos a los que les cueste iniciarse en una lectura más madura, ya sabéis, esas edades en que a tus hijos no sabes qué llevarles para leer), y (por supuesto) a adultos. Otra de sus virtudes es la capacidad que tiene para enganchar al lector, y buena parte de culpa la tiene la narración en primera persona de su protagonista, una Eriane que experimenta un crecimiento personal digno de admirar, y que hace gala de un carisma y una valentía que enriquecen cada paso que da. Hay mucho que aprender de Eriane, y creo que este es el aspecto que más fácilmente puede conectar el libro con esos jóvenes de los que os hablo. Con una dosis justa de cada cosa y el mundo de la pintura como motor de funcionamiento, este libro es un canto a la aventura y la fantasía, al amor y a las piedras con que la vida nos obliga a saltearla. Patricia García-Rojo, por un lado, relata con la misma habilidad la lucha y la calma a partes iguales, y por otro lado es delicada en las emociones. Todo ello convierte a esta novela en un trabajo muy fresco, equilibrado y precioso, que no dejaré de recomendar.