Y, quedamos así, enlazados, felices, en el estremecimiento absoluto de nuestra carne ebria de voluptuosidad, la mùsica de caricias llenò el campo y, sobre nuestras desnudeces delirantes, la noche extendiò como una lluvia de pètalos su manto suave y tenebroso, lleno de sensualidades; y, devoramos el infinito que duerme en el fondo de la voluptuosidad.