Leer a Cohen es tortura. Un tormento que oprime, una congoja que asfixia. Leer a Cohen es desahogar los más secretos sentidos. Extasis y letargo, razón sin razón. Leer a Cohen es echar un trago, dos, tres... es emborracharse de sus espinas, es enloquecer con sus heridas. Leer a Cohen es sangrar, es enmudecer, es delirar con esos versos que deshojan nuestra alma.