ISIDORO, el santo y sabio obispo sevillano, tan imbuido de la saludable savia del antiguo realismo metafísico, advierte en la captación de la vis significativa de las palabras el conocimiento simultáneo de las cosas mismas nombradas. De ahí su interés prioritario por enriquecer el saber habitual de sus discípulos y lectores más o menos doctos con una oferta desbordante de sinónimos léxicos; de ahí su entrega entusiasta al estudio y a la enseñanza de las diferencias entre las palabras y entre las cosas; y de ahí, en fín, su aplicación singular a la búsqueda del origo o procedencia de las voces, y sobre todo, a la interpretación o justificación de la impositio nominum... [...]