Segunda parte de la trilogía sobre el estadista y militar romano Escipión el Africano vencedor de Aníbal en la batalla de Zama. La historia de las legiones que desafiaron a Aníbal. Publio Cornelio Escipión, conocido por el apodo de Africanus, era considerado por muchos el heredero de las cualidades militares atribuidas a su padre y a su tío. Pero de ellos no sólo había recibido estos magníficos atributos, sino también algunos enemigos, entre otros Asdrúbal, el hermano de Aníbal, y el general púnico Giscón, quienes harían lo posible por acabar con su enemigo y masacrar sus ejércitos. Los enemigos también acechaban en Roma, donde el senador Quinto Fabio Máximo, en una jugada maestra, obliga a Escipión a aceptar la demencial tarea de liderar las legiones V y VI que permanecían desde hacía tiempo olvidadas en Sicilia. Así, según creía el senador, lograría deshacerse del último de los Escipiones. Pero otro era el destino de las legiones malditas que, de la mano de Africanus, lograrían cambiar un capítulo de la historia.
Junto con Publio Cornelio Escipión, llamado por todos Aficanus y sus más leales centuriones y tribunos: Cayo Lelio, Marcio, Silano, Mario, Terebelio, Digicio y Cayo Valerio, lucharemos en esta cruenta y agotadora segunda guerra Púnica. Nos enfrentaremos al poderoso Cartago y Conquistaremos Hispania. Volveremos a Roma, donde con mucha dificultad y negociaciones poco ventajosas, convenceremos al senado Romano para viajar a África, haciendo escala en Siracusa, con la intención de conquistarla. Posteguillo nos lleva muy de cerca hasta las situaciones que sucedieron en esta importante etapa, mezclando hechos históricos de manera magistral y, a la vez, haciéndonos admirar, querer e incluso odiar a sus personajes. Yo no podría afirmar que esos caracteres sean los reales, demasiados años para poder, en mi opinión, asegurarlo. Pero, me encantaría que fuese así. Desde un punto de vista actual, a miles de kilómetros de los valores de nuestra sociedad, parece increíble que se pueda morir y matar con tanta valentía y honor. Si lo miramos con objetividad, todo se basa en la conquista y el poder, eso, aquí y ahora nos parece terrible, sin embargo, allí y con Posteguillo, loable y admirable. Otra forma de ver las cosas, así es la historia, y a mí, me encanta. Batallas magistrales que marcaron la historia ideadas por inteligentes estrategas: Africanus, Aníbal, y al que, aunque aquí resulta odioso, no se le puede quitar sus méritos, Fabio Máximo, a estas alturas de la historia, más político que militar. Una lucha a tres, los dos primeros con mucho más honor que el último, de eso no cabe duda, siempre, eso sí, desde la mirada de Posteguillo. En esta segunda parte de la obra dedicada a Africanus, el que tiene todo el protagonismo, lógicamente es Escipión, junto con sus legati de confianza y las legiones malditas, desahuciadas por cobardes y a las que él cubre de honor, sirviéndose de justicia, bondad y mano dura, cualidades propias del carácter del Plubio que Posteguillo nos presenta. Veremos a un Escipión en toda su humanidad, tomando decisiones ineludibles y al vez sufriendo por ellas, dudando, sintiéndose solo y admirando y confiando en sus seres queridos. Un personaje tan cruel como humano. “Las batallas se pueden ganar con el corazón, pero las guerras solo se pueden ganar con la cabeza” Las mujeres tiene un protagonismo pequeño en esto de las guerras púnicas, pero algunas hay para poder nombrar, todas bellas, eso sí: Sofonisba, Hija del enemigo número uno de Aníbal entre los suyos, el general Giscón, mujer inteligente, manipuladora y sin escrúpulos que intenta, entre bastidores, derrotar al ejercito de Escipión, y Netikerty, esclava egipcia encargada de dar un toque romántico a la historia. Posteguillo nos enseña cosas, muchas cosas, y no solo de la guerra, nos habla de los autores de teatro de la época y sus reivindicaciones, nos introduce en el calendario romano, en sus costumbres sociales, en la organización política, en sus peculiares costumbres religiosas y su visión del más allá, dedicándole un bonito y emotivo capitulo, que a mí, por cierto, me ha encantado. Una clase de historia en toda regla. El final del libro no tiene desperdicio, la batalla de Zama es magistral, La emoción está servida, la he vivido con el corazón en un puño, el estómago revuelto y lágrimas en los ojos. ¡Brutal! Y para no dejarnos tranquilos y despertar nuestro interés y curiosidad, Posteguillos nos presenta a… El rey Antíoco III de Siria. ¡Miedo me da! No sé si el pobre Escipión podrá descansar… Pronto lo sabré. :D
Las legiones malditas, de Santiago Posteguillo En esta segunda parte de la saga nos encontramos con un Publio Cornelio Escipión que ha tenido que madurar a punta de golpes. El Africanus es un amante esposo y padre, gran estratega militar, aclamado por sus legiones y que ha hecho acopio del único recurso que le quedaba para aspirar a cumplir su meta de vencer a los cartagineses. Aunque todos lo crean una locura, se ha puesto al mando de las legiones malditas, la quinta y sexta, las que fueron exiliadas y castigadas años antes por haber huido de Cannae, en las que nadie confía, ni ellos mismos. Juntos protagonizan la reivindicación de Roma, a pesar de las traiciones que se ciernen a su alrededor. He de decir que me duele que este Publio perdiera la inocencia y el candor del joven que vimos en la primera parte, se ha hecho más duro, más receloso e implacable. Sé que son las condiciones que requiere el imperator de las legiones para salir avante, pero no es fácil ver como su relación con allegados y enemigos se torna cada vez más difícil e inclemente. Una gran obra, nuevamente Posteguillo nos sorprende con su escritura no solo bien documentada, sino también bien equilibrada de forma que no pierdas la atención. La guerra aún no termina, vamos por la tercera parte. Leído en noviembre 2022 CITA Estaban malditos, sí, desterrados, sí, pero al menos en medio de aquella batalla, estaban victoriosos, con orgullo, con sus sandalias hundidas en la sangre de sus enemigos y de sus amigos. Pisando un fango de muerte como nunca antes habían conocido.
Publio Cornelio Escipión recoge el testigo de su padre y pretende llevar la lucha al continente africano para alejar a Anibal y sus huestes de las posesiones romanas en la península itálica. Sus propósitos no serán bien acogidos en el senado romano donde el senador Quinto Fabio Máximo, su enconado enemigo, aprueba su decisión con la condición de no comandar ninguna legión de las disponibles. Cualquier otro se rendiría pero el Escipión crea un ejército de voluntarios y rescata a las legiones malditas, aquellas desterradas y olvidadas desde que huyeron en la batalla de Cannae. En África, Publio se enfrentará cara a cara con Anibal el cartaginés, en una batalla épica, narrada al detalle. Las descripciones de Posteguillo te involucran en la lucha. Oyes los gritos de los soldados, hueles el miedo, sientes tus pies encharcados en la sangre de los caídos y contienes el aliento cuando ves acercarse a los enormes elefantes enloquecidos. Para mí es una lectura incómoda. Nunca leí un libro de histórica con tantas batallas y tan crueles. Sin embargo no puedo parar de leer. Siento que el Escipión me ha atrapado y me siento obligada a acompañarle. Y pese a tanta sangre y dolor, lo hago con mucho gusto. ¡ Nos vemos en la próxima!
🍷🍷El buen vino, el que te gusta 🍷🍷. Así son los libros. Hay madre del señor,,, como me ha gustado, pocos libros he leído, que te digo, pocas trilogías he leído que me hicieran disfrutar tanto, que me tuvieran enganchado hasta el final como esta. Sabes, de esos libros que te roban el sueño, te arrancan las horas de descanso, inundan tu dormir de fantásticas experiencias en las que te ves luchando con las legiones, mandando las cohortes al frente, sufriendo las penurias y alegrías de la guerra, que las antepones a las salidas con tus amigos, que cuando suena el timbre de tu casa, te molesta que venga tu madre a comer y ya sea la hora (se te ha ido la mañana) y tengas que dejar de leer. Esos son los libros que me enamoran, por ellos sigo leyendo, por descubrir entre tantos 1, aunque solo sea, uno al año, que me haga viajar, abandonar mí puñetera realidad y disfrutar por un pequeño momento de una nueva realidad. D. Santiago Posteguillo, Maestro y Señor, con templo en el pasillo de mi casa, en el centro de mi biblioteca, que la Fuerza te de duende para seguir haciéndome soñar. Para esta lectura aconsejo acompañarla de una copa de:Parcela El Picón 2015 de Pago de los Capellanesexplosivo en nariz y mineral de aromas florales, especias y frutas del bosque.
LAS LEGIONES MALDITAS Comienzo diciendo que me siento un Escipión, siiiii… el mismísimo Publio Cornelio Escipión, y es que Posteguillo tiene una manera única de hacerte vivir la historia en realidad virtual… como si estuvieras dentro de los personajes, riendo, llorando y viviendo con todo detalle cada línea escrita. Este segundo tomo nos lleva directamente a la vida de un Publio ya hecho todo un hombre, a quien en el año 205 a.c. le fue entregado uno de los consulados a pesar de no cumplir con la edad requerida. Pero, debido a su popularidad y las batallas ganadas ha de llevar la conquista a África, como parte de la estrategia del Cónsul. Primero, alejar de su tierra al más grande enemigo de Roma, el general al mando de las tropas Cartaginesas, Aníbal Barca y todo su ejército; segundo, hacer rendir al Gobierno de Cartago a los pies de Roma. Publio Cornelio Escipión, pesar de la postura en contra por parte del Senado, manejado por su gran enemigo Quinto Fabio Máximo (5 veces Cónsul) y su discípulo Marco Porcio Catón, logró conseguir una gran cantidad de voluntarios y recuperó luego de once años de destierro a dos legiones olvidadas (Legiones Malditas), venció a los iberos, galos y cartagineses en Hispania, desembarcó y llevó la conquista a África, entablando y ganando varias batallas contra los más fuertes generales cartagineses, derrotándolos y humillándolos con escasos medios, hasta que el mismo Anibal Barca fue solicitado a volver a defender a Cartago, para trasladarse con sus tropas a África donde se luchó ferozmente la gran batalla de Zama. Este relato permite vivir una experiencia en los campos de batallas, la gallardía de los mejores tribunos que Roma soñara tener, la amistad entre dos grandes amigos, el respeto ganado a sudor y sangre, el juego de estrategias ejecutadas, el honor del general Aníbal Barca, las marañas de Sofonisba, la hija del General Giscón, la personalidad inigualable de cada uno de sus personajes, y de los protagonistas principales de esta obra “Las legiones malditas”, las que bien comandadas lograrían cambiar todo el capítulo de la historia, que para muchos era la caída de la gran Roma. Finalmente, además de la gran batalla de Zama, la triple derrota Aníbal y su Ejercito Cartaginés, la muerte amarga de los mejores tribunos y centuriones (los lloré como mi familia), creo que el mejor de los finales, es haber traído la esperanza del reencuentro entre dos personajes que me han encantado a través de la natalidad. Te la comiste Posteguillo, me quito el sombrero ante vos. Valoración máxima sin lugar a dudas.
En “Las Legiones Malditas” de la mano de don Santiago, hacemos un recorrido al completo viviendo el enfrentamiento entre Roma y Cartago entre los años 209 al 202 a.C. Escipión y Aníbal, dos colosos enfrentados. Pero esta es la historia de uno en particular. De aquel que saldrá vencedor. La de Publio Cornelio Escipión, llamado después Africanus, general en jefe de las tropas romanas destacadas en Hispania y luego de la invasión de Africa. Cónsul en el 205 a.C., procónsul del 204 al 202 a.C. Muchos aspectos a destacar en este segundo volumen de la trilogía. Los capítulos son cortos, de ritmo ágil. La palabra magistral se me viene a la mente cuando recuerdo la descripción de la batalla de Zama ¡Por Júpiter Optimus Maximus! ¡Es como haber estado allí! Las estrategias militares y las operaciones políticas son narradas de una forma que hacen sacarse el sombrero. Y los diálogos son planteados con inteligencia. La figura de Aníbal para mi gusto queda un tanto desdibujada. Pero claro, estos no son sus libros. Para aquilatar mejor su figura está disponible el “Aníbal” de Gisbert Haefs, una obra notable. Fue uno de los estrategas más grandes de la historia, el único capaz de derrotar a Roma. Y la tuvo de rodillas por casi dos décadas. Un apoyo más decidido del Senado de Cartago y otro gallo hubiera cantado. ¿Qué hubiera pasado si el mundo queda en manos de quienes más que imponer su afán de conquista y concepción de vida, ansiaban ganar territorios donde poder comerciar? Y en cuanto a Escipión en este libro ya lo encontramos más humano. En el anterior, en Africanus era un dechado de virtudes, incapaz incluso de tener malos pensamientos. Pero aquí pese a seguir recalcando sus enormes cualidades, que las tenía, también muestra su vanidad y capacidad de actuar con odio y crueldad. Me pareció increíble que no estuviera seguro como se llamaba Marco, su “próximus lictor” que llevaba años a su servicio, a su lado, cuidándole las espaldas y la vida ¡Y luego de siete años no estaba seguro cómo se llamaba! ¿Era ésta la cercanía con sus hombres? ¿O es tal vez sólo un descuido involuntario de Don Posteguillo? La participación de Plauto me parece un gran acierto. Un baño de cultura y una nota diferente con sus comedias y con su arte en medio de tanta guerra. Y bueno. Hice honor a las Saturnalias, las tremendas y desenfrenadas fiestas que se celebran en la segunda quincena de diciembre. Y he estado celebrando a mi modo, con esta lectura desenfrenada, una de mis doce mejores del año. ¡Y Por Cástor y Pólux! ¿Cuándo habrá paz? Lo señalo porque ahora hace ruido un tal Antíoco del imperio Seléucida. Solo digo que la mesa está servida para la tercera parte.
En esta segunda parte continua la historia que va forjando Publio Cornelio Escipión. A decir verdad, en las primeras 50 o 100 paginas, ya quería que se enfrentara con Aníbal, sin embargo, me fue envolviendo en la historia y cada página fui disfrutando su desarrollo. Fue como estar viendo una novela o serie, el cual capitulo tras capitulo, no se pierde el interés, al contrario, te vas sorprendiendo de todo lo que va pasando y como se van desarrollando las intrigas, las mentiras, preparando las estrategias para la guerra (lo más emocionante), el desarrollo de la guerra, los lazos de amistad rotos, la avaricia, las ansias de poder, la desesperación, la manipulación, la traición, la diversión, en fin es una historia o trilogía que vale la pena adentrarse en ella y disfrutarla. El cierre de esta segunda parte, nos deja o plantea lo que se viene para la tercera y última parte de esta historia.
Las legiones Malditas es el segundo libro de la triología que tiene como protagonistas a Escipion "el Africano" y Aníbal Barca. En este segundo volumen el libro se centra en las campañas que Escipion quiere llevar a cabo en África, siguiendo los consejos estratégicos de su padre y su tío. Pero en Roma nunca nada es tan sencillo como tomar la decisión, hay todo un mecanismo burocrático de alianzas y enemigos que hacen que cualquier decisión política y militar se vea supeditada a las ideologías de los senadores. Por tanto serán muchas las dificultades del protagonista hasta conseguir hacerse con un ejército que le granjea las victorias como para adquirir el sobrenombre de "El Africano". Si el primer libro me encantó este segundo lo ha superado. La maestría con la que Posteguillo describe las batallas, por cada flanco, las estrategias militares y todo lo relacionado con las tácticas y organización de una batalla. Es realmente sorpréndete el conocimiento histórico de este autor. A la vez que he de decir que cada uno de los magistrales discursos de los protagonistas, ya sea en el Senado de Roma, como a las legiones antes de entrar en batalla, etc, son de los que ponen el bello de punta.
Las batallas se pueden ganar con el corazón pero las guerras sólo se pueden ganar con la cabeza.
La guerra nos lleva a la gloria, pero la guerra nos conduce por la miseria y el dolor.
Con frecuencia se frustra aquella decisión bien tomada cuando se ha elegido con poca cautela el lugar donde hablar
Todo hombre es corruptible, absolutamente cualquier hombre, hasta el más honesto es corrompible, pues, de un modo u otro, todos tenemos un punto débil
Ella continuó hablando. Sabía que su padre, como todos los hombres, como los niños, necesitaban que lo evidente les fuera explicado despacito.
Una guerra que amenazaba con llevarse por delante a todos sus protagonistas, hasta que en el vacío final, sólo quedara el silencio y el olvido.