La relación que antiguamente tuvieron poesía y pintura fue rescatada durante el Renacimiento y llegó a ser un tema común a los tratadistas, que vieron a las dos artes emparentadas como las quasi fratelli, según dijo Ludovico Dolce. Sin embargo, en esta hermandad siempre hubo una hermana mayor la poesía y una menor la pintura, que de continuo reclamaba las consideraciones que, desde Aristóteles, habían hecho de las literarias obras superiores a los menestrales trabajos de los pintores. Para ganar la equiparación, estos echaron mano muchas veces del dicho de Horacio (Ut pictura poesis) o del que Plutarco atribuyó a Simónides de Ceos (Poesía, pintura que habla; y Pintura, poesía muda). Pero una vez llegados los tiempos en que el dominio del llamado arte contemporáneo se ha hecho totalizante y absoluto, no parece que puedan pervivir las dos artes por separado, tal como fue la condición histórica de su hermandad.