Sinopsis de LADRILLEROS

La enemistad entre dos cabezas de familia, ladrilleros de profesión en Argentina, llega a sus hijos varones y los conduce hacia un destino trágico. Selva Almada nació en Entre Ríos (Argentina) en 1973. Publicó sus primeros relatos en el Semanario Análisis, de la ciudad de Paraná. Allí dirigió, entre 1997 y 1998, la revista CAelum Blue. Ha publicado las novelas Mal de muñecas, Editorial Carne Argentina, 2003; Niños, Editorial de la Universidad de La Plata, en 2005; Una chica de provincia, Editorial Gárgola, en 2007; El viento que arrasa, Mardulce Editora, en 2012, y el e-book Intemec, en Editorial Los Proyectos.La revista Casa, de Casa de las Américas, publicó su cuento «El desapego es nuestra manera de querernos», Cuba, 2006. Relatos suyos integran algunas antologías como Una terraza propia, Editorial Norma, y Narradores del siglo XXI, Programa Opción Libros del GCBA, ambas editadas en 2006.Ladrilleros, al igual que su anterior novela El viento que arrasa, ha sido publicada por primera vez en la editorial Mardulce, de Buenos Aires, y se incorpora ahora al catálogo de Lumen.

19 reseñas sobre el libro LADRILLEROS

“Ladrilleros” a diferencia del “Viento que arrasa” es una historia mucho mas compleja, con mas personajes, si bien se circunscribe dentro de la Argentina profunda donde se mezclan el humo con el barro y que Selva Almada sabe narrar como pocos. Una de las cosas que trae la literatura de Almada, es dejar de pensar el interior del país como un lugar bucólico de seres seráficos y como un golpe en la mandíbula traernos a la realidad. Un gran libro, potente y descarnado. MUY RECOMENDABLE


Muy recomendable. Primer libro que leo de Almada. Una prosa que atrapa, viceral, desnuda. Al principio incómoda. porque es incómodo el lugar y la situación a la que te transporta. Pero esa prosa justa, clara, sin eufemismos, te permite llegar al corazón de esos personajes aunque no estás a gusto con ellos. Desnuda un espacio, una cultura y te arrastra al polvo. Duele y hace pensar en lo mucho que hay que deconstruir aun respecto a muchos temas. Salís con un par de moretones en el alma y comprendes la perfección de este trabajo, que te ha hecho girar en la vuelta al mundo desde la mirada de los personajes, los rencores, la violencia, el machismo, la intolerancia. Excelente novela.


Muy buena novela que, en pocas páginas, refleja de manera dura, contundente y realista, la violencia con la que el machismo baña todos los vínculos. El amor, la amistad, el sexo, el trabajo, la familia y hasta la vecindad están atravesadas por la masculinidad patriarcal, su irracionalidad y prejuicios. Si bien en un momento me desconcertó su propuesta casi circular de ir y venir, pasado y presente, padres e hijos, amigos y enemigos, comprendo al cerrar el libro su necesidad de mostrar cómo, en esta espiral de fuerza, la muerte acecha y se convierte en prematura condena. En un destino, una posta, una herencia que no deja espacio para la salvación. Clara y dolorosa, directa y, por momentos, agobiante como el clima de este pequeño pueblo del Litoral en el que , Marciano y el Pájaro, serán dignos herederos de sus padres.


Tremenda novela. La historia de dos familias de ladrilleros en el interior profundo del norte de Argentina, relatos y descripciones crudas, reales y sin anestia que te van haciendo parte de la historia, y con ello, emociones, incertidumbre por lo próximo que sucederá y todo el tiempo pequeños desenlaces en las vida de los Tamai y los Miranda. Violencia, amores, encuentros y desencuentros, y la muerte también llega.


“Ladrilleros”, Selva Almada No me quedan dudas de que leer a Selva Almada (Entre Ríos, 1973) es más fácil que escribir sobre ella. Selva -la heredera de Laiseca- habla de nosotros, de nuestros entornos, de nuestros vecinos y nuestros barrios. No lo hace desde una óptica idealizada ni costumbrista. Todo lo contrario, nos muestra la cara de una realidad a la que nos resistimos, esa realidad que generalmente insistimos en evitar. Su lectura es amena, agradable, atrapante pero no por ello deja de ser disruptiva, fuerte e impactante. Tal vez sea su familiaridad, su cotidianeidad y su cercanía lo que la vuelve aún más sorprendente. Es que esta escritora nos envuelve, párrafo a párrafo, en una atmósfera donde lo adverso es lo constante y lo ordinario. “Ladrilleros” (2013, editorial Mardulce) nos ubica espacialmente en un lugar que puede ser cualquier pueblo del interior del país, cualquiera de esos lugares que podemos identificar como el interior del interior. No obstante, el lector de nuestra provincia no dudaría en afirmar que se trata de su localidad. En sus justas doscientas páginas, esta novela nos presenta una tragedia clásica que rompe con los cánones del amor convencional al desnaturalizar sus vínculos, una historia a la que podríamos referirnos como la epopeya de los suburbios pueblerinos. En “Ladrilleros” encontramos todo, todo lo absolutamente imprescindible en una buena obra: el amor prohibido, las familias enemigas, la recurrencia de los perfiles familiares, la circularidad de la historia, la pasión desenfrenada y el erotismo con toda su dureza. Todo atravesado por un estilo directo, crudo y por momentos hasta despiadado. Es cierto, como señalaron muchos críticos, que un rasgo sobresaliente de esta novela es la representación -tan clara y evidente- del habla de estas -nuestras- zonas del interior. Permanentemente, en las voces de los personajes y la del narrador, nos encontramos con expresiones dialectales y giros lingüísticos que son más que típicos, que son parte identitaria del ser chaqueño. Pero no solo es propio de estos lugares el lenguaje utilizado con eficiencia por la autora, también lo es la estructura violentamente patriarcal de las familias protagonistas de la historia. Ellas encarnan un estereotipo local en el que se reagudizan las problemáticas sociales del argentino, tales como la violencia, el abuso, el sexismo y la homofobia que se ven altamente endurecidas por la marginalidad. Esa marginalidad, la única escenografía de los Miranda y los Tamai, es la que mitiga y al mismo tiempo agrava las acciones de los personajes: es la pasión que los arrastra y la barbarie que los envuelve. Los personajes (individual y colectivamente) son tan próximos y verosímiles que nos despiertan, al mismo tiempo, simpatía y rechazo, conmoción y horror, tanto o más que las historias que forman parte de nuestra cotidianeidad. No se puede leer “Ladrilleros” sin caer en estas contradicciones y encrucijadas y, asimismo (o por eso mismo), no se puede dejar de leer “Ladrilleros”.


Áspera historia de ladrilleros que cuenta mucho sobre un tiempo y espacio que los porteños contemporáneos desconocemos. Muy recomendable.


Maravillosa obra que cuenta el drama de dos familias de ladrilleros enemistados. Dos pandillas como en Romeo y Julieta, pero con un amor entre seres del mismo sexo. Una tragedia que comienza a contarse al prinçipio Un lugar cualquiera de la Argentina rural, el territorio del macho. La tensión de ésta obra se mantiene hasta el final y duele.


La historia empieza con dos chicos tirados en el barro, muriendo después de pelear, de acuchillarse. La novela avanza saltando de uno a otro, y saltando también en el tiempo. Avanza mostrando todo aquello que desencadenará en esas muertes: desde la rencilla que comenzaron sus padres, con sus provocaciones y sus peleas; pasando por el tiempo en que los dos chicos eran amigos, en una infancia no tan lejana; hasta el momento en que empezaron a crecer y distanciarse y, por fin, enemistarse. Como si la bronca entre ambos fuera una herencia, como si estuvieran predestinados a continuarla. Con una prosa arisca y oral, muy acorde al paisaje que describe y perfecta para la historia que narra, Almada muestra a dos chicos que poco a poco se convierten en hombres, siempre peleando como iguales, hasta que uno de los dos cruza un límite y la pelea exige algo más que puños.


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FRASES DEL LIBRO LADRILLEROS

Quiere cerrar los ojos a ver si se calma el mareo. Empieza a entornar los párpados y, de repente, comprende y los abre todo lo que puede, hace una fuerza sobrehumana para mantenerlos abiertos porque le cayó la ficha y se da cuenta de que se está muriendo.


Publicado pordaniela27

El tiempo es oro, dicen; pero el que le queda ni eso, su tiempo son las últimas monedas en el fonde de un bolsillo.


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La música se va apagando de a poco, se va alejando como si todo sucediera en otra parte. El aire de tibio se vuelve frío y él está de nuevo tirado en el pasto, con las manos vacías, solo, sintiéndose resbalar en un pozo sin fondo.


Publicado pordaniela27

Cerraba los ojos y volvía a ver el río, los árboles, las lomadas cubiertas de pasto; volvía a sentir en la cara la frescura que venía de la masa de agua, el aire dulcemente envenenado por el perfume de las flores que crecían en la ribera.


Publicado pordaniela27

Ahora lo sabe. Ahora sabe cómo es la cosa de los dos lados: apuñalar y ser apuñalado.


Publicado pordaniela27

El resto apenas importa: una tarde en que el sol raja la tierra, una noche cerrada, la pista de una bailanta, el potrero del barrio bajo la luz rosa del atardecer, una calle del centro.


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