Jean Passepartout, tras una ajetreada vida y variopintos trabajos, llega al número 7 de Saville-row, creyendo encontrar el ansiado sosiego en una casa respetable. Phileas Fogg, parece la persona adecuada a la que servir: puntual en exceso, hermético, de costumbres y de carácter moderado. Sin embargo, la paz se verá truncada el 2 de octubre de 1872, cuando Fogg hace una apuesta insólita con los compañeros del Reform-Club: conseguir dar la vuelta al mundo en ochenta días. De inmediato, amo y criado emprenden un viaje que les conducirá a los lugares más lejanos y exóticos, no sin alguno que otro contratiempo en el camino. ¿Llegarán a tiempo?
Lo sabía, lo sabía, lo sabía. Desde antes de empezarlo, sabía que me iba a encantar, por todo lo que rodea a este libro, la historia en si, tan original, la manera magistral en que está narrado, los personajes, los inconvenientes en el viaje. Es un no parar, no te aburre para nada, no se hace pesado; que surge un problema, se soluciona en nada, que hay un contratiempo en uno de los países por los que pasan, se soluciona, si no en ese capitulo, en el siguiente. Maravillada me ha dejado, empiezo mi objetivo, leer todo lo que pueda de Julio Verne.
Una de las joyas de la literatura, otra de las obras maestras de Julio Verne. Las aventuras de Fogg y su ayudante nos hacen viajar por el mundo junto con ellos sin movernos de nuestro sillón. Verne nos muestra países, regiones y culturas muy diversas a través de su genial narrativa, desconocidas para la mayoría de nosotros. El prodigioso autor también nos demuestra que fue una persona muy adelantada a su tiempo, al mostrar de manera clara las ventajas que se pueden obtener de los husos horarios, para de esta manera llegar a tiempo a casa y ganar la apuesta.