La vida interior no crece si se basa sólo en un perfeccionamiento del propio yo. La ascética cristiana descansa sobre un principio divino que la vivifica y conduce a su fin: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Año de publicación:2003
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Calificación General:9,5