Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges convergen en Dante y trasladan al siglo XX dos obras fundamentales: La invención de Morel y el Aleph; lo cual se inscribe en una dinámica que vincula a esos autores argentinos con la tradición, que a su vez tiene un eje codificado: la melancolía, como manifestación milenaria de la angustiosa persecución por la Belleza por el artista, que genera un determinado código creativo