La reducción en la variedad de las formas de vida que nos acompañan en la aventura de habitar este planeta es hoy una tragedia que empieza a preocupar muy seriamente a muchas personas. Siempre ha habido extinciones de especies, pero el problema radica en las frecuecias y en los ritmos: la desaparición de especies va hoy al menos unas mil o diez mil veces más rápido de lo que resultaría normal sin la intervención humana sobre el planeta. Pero, por encima de todo, la actual pérdida acelerada de la diversidad de la vida nos debería hacer meditar sobre una pregunta fundamental que precisa ser respondida desde el fonde de nuestros corazones: ¿En qué tipo de planeta deseamos vivir?