Cada día María se hacía un poquito mayor y estaba un poquito más triste que el día anterior. Todos a su alrededor la colmaban de atenciones, pero ella no podía, o no sabía decir la causa de su tristeza. Hasta que la noticia llegó a oídos de las Hadas del Norte, los Duendes del Sur, las Brujas del Este y los Genios del Oeste.