La tierra purpúreade los muy pocos libros felices que hay en la tierra, en palabras de Borges—narra el vagabundeo forzoso de un inglés por la convulsa Banda Oriental (el actual Uruguay) y su esperado regreso a Buenos Aires. Considerada unánimemente la obra cumbre de Hudson, la obra llevaba en su primera edición, la de 1885, el elocuente título de La tierra purpúrea que perdió Inglaterra (acortado luego por voluntad expresa del mismo autor): ésta es la descripción humana de un mundo perdido, tan epifánico en su dimensión mítica cuanto soñado, a la que Borges llamó el venturoso acriollamiento de Lamb, su conversión gradual a una moralidad cimarrona que recuerda un poco a Rosseau y prevé un poco a Nietzsche.
Hemingway lo menciona en su novela Fiesta y así llegó a mis manos esta sucesión de aventuras que supo atraparme aún más cuando descubrí que versaba sobre la fase revolucionaria de la Banda Oriental. Publicado en 1885, William Hudson expresa con maestría la identidad de un pueblo gaucho, generoso, hospitalario, igualitario, guerrero y valiente. Narración que aún hoy transmite la cultura uruguaya. Borges también lo halaga como un texto feliz, acaso el único.