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Sinopsis de LA TIERRA DEL FUEGO
Los escenarios: Londres, el Cabo de Hornos. El drama: un feroz encuentro entre dos culturas. La tierra del fuego: una epifanía entre lo real y lo posible. En 1830 se llevó a cabo un extraño experimento, que puso en contacto dos mundos alejados en el tiempo y en el espacio. Jemmy Button, indio yámana del Cabo de Hornos, fue trasladado a Londres por el navegante Fitz Roy, junto a otros compañeros, a fin de asimilarlos a la cultura británica. El contacto entre este «buen salvaje» y una ciudad en la cima del progreso pondrá en evidencia el fracaso de la empresa, que culminará, años después, en un insólito juicio en las islas Malvinas. La tierra del fuego son las memorias de John William Guevara, hijo bastardo de inglés y criolla. La ficción dispondrá un encuentro en el remoto sur entre Guevara y Button. La inesperada fraternidad entre estos habitantes de los confines –la Pampa y la Tierra del Fuego— quedará sellada por una tragedia que la historia jamás atinó a reivindicar. Relato de caminos, de confluencias, La tierra del fuego incita a una lectura revisionista –el informe de ultramar, la crónica de viaje del siglo XIX— a la vez que, eminentemente actual, reflexiona sobre el acto de la escritura. Una novela donde el rigor histórico no cede ante la fascinación de la palabra.
2 reseñas sobre el libro LA TIERRA DEL FUEGO
Es la historia de un experimento llevado a cabo en Tierra del Fuego, Argentina, en 1830. El joven capitán inglés Fitz Roy lleva a Inglaterra a tres indios Yámanes con el propósito de "educarlos" y "civilizarlos". Son devueltos a su tierra tres años después con la intención de que lleven la "cultura Europea" a su población. Jemmy Botton,uno de los indígenas y protagonista de esta historia, al regresar a su tierra de origen tira la ropa y demás objetos implantados en Inglaterra para volver a su cultura como si nunca se hubiese ido. Esta historia, aunque no lo parezca, fue real. Es un libro excelentemente documentado y bellamente escrito por Sylvia Iparraguirre.
La tierra del fuego, es probablemente la novela más exitosa de Sylvia Iparraguirre. Yo comencé leyendo su libro de cuentos "El país del viento" (del cual ya publiqué la reseña) que me llevó a querer confirmar por mí misma si la novela era realmente merecedora de tan buenas críticas. Está basada en hechos reales ocurridos en nuestra Patagonia y está bien escrita; es entretenida pero lo más importante que rescato es que para quienes no conocen mucho sobre los indígenas que poblaron la Tierra del Fuego y sobre su exterminio lento pero sin pausa es muy interesante; inclusive es una novela introductoria o si se quiere motivadora para conocer a otros autores que han escrito también sobre la historia puntual de los cuatro yámanas que fueron llevados a Londres en 1830 por Robert Fitz Roy; que desgraciadamente es una historia verídica, oscura, dolorosa e increíble. En ese sentido es destacable el trabajo de investigación de Iparraguirre. Sin embargo, la relación tan entrañable entre los dos personajes principales, el personaje ficticio del hijo del soldado inglés y el personaje que realmente existió que fue Jemmy Button, me resultó por momentos muy poco creíble y hasta ridícula. Hay además en el final un capítulo dedicado al juicio celebrado en las Islas Malvinas, que es medio tedioso, se hace muy largo y aburrido; si bien cada experiencia de lectura es única de cada lector. Como con todos los libros, rescato pasajes bellamente escritos, que aquí los hay y son unos cuantos. "Recuperada su desnudez esencial, Button volvió al hondo sueño de la Tierra del fuego, al viento polar, a la libertad de sus bosques, al invierno más antiguo del mundo, a las hogueras de la noche austral, a su patria. No habría "posterior destino" para el "desdichado indígena. Ni para los suyos ni para nadie de su tierra porque, fatalmente, iban a sucumbir. Su destino y el de su pueblo estaban sellados. Ahora había diablo en el país de Omoy-lume."
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FRASES DEL LIBRO LA TIERRA DEL FUEGO
Lo primero que acude es el fuego perforando la noche más oscura del planeta, fuegos devorados por las ráfagas desatadas del viento que dejaban mudo de expectación y temor al que miraba desde la borda.
El viento ha cesado y la noche, serena y universal, se adueña de todo. La pampa, que miro a la luz de la luna desde mi ventana, es una inmensidad que provoca primero una nada y más tarde un sosegado pavor.
Fue de este modo que conocí a Button pero fue por él que encontré, tras la apariencia, al hombre que creía inexistente. Y tras el hombre, a un pueblo, con creencias y espíritu, con un respeto por la vida en todas sus formas que no había conocido antes ni conocería después.
Los insectos giran alrededor del candil. La llanura nocturna es como un mar inmóvil. La noche se hace dueña del mundo y hay veces que uno tiene que susurrar, decir algo. La llanura se traga todo. Entonces uno susurra, como para comprobar que vive.
Los dioses de Button, siempre irascibles, ahora desencadenados, nos repudiaban. Quizás habíamos transgredido los cimientos mismos de ese mundo, intocado e inmóvil en el tiempo, y ya nada volvería a ser como antes.
Hay noches en que siento el peso insostenible de la historia de Button, de su gente, como si yo mismo, como si mis acciones hubieran tenido responsabilidad sobre su vida y su muerte.
