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Sinopsis de LA SOMBRA DE NAIPUL

Es el demoledor relato del principio y fin de la amistad entre el autor y el premio Noble de Literatura Vidia S. Naipul. Theroux y Naipul era ya un escritor importante. Tras el tiempo compartido en África, la relación entre ambos escritores se convirtió en una profunda amistad que perduraría a lo largo de los siguientes treinta años hasta que, en 1996, finalizó abruptamente. Este libro va más allá de la traición y la venganza.

2 reseñas sobre el libro LA SOMBRA DE NAIPUL

"Yo no era más que un joven que vivía en África, intentando llevar adelante mi vida. Él era uno de los hombres más extraños que había conocido, y sin lugar a dudas el más difícil. Resultaba casi imposible cobrarle cariño. Era contradictorio, me interrogaba incesantemente, ponía en tela de juicio todas mis afirmaciones, acaparaba la atención, en ocasiones actuaba con mezquindad, profería herejías sobre África, se quejaba, se burlaba, hacía llorar a su inocente esposa, exigía lo imposible, era vanidoso y obsesivo respecto de su salud. Detestaba a los niños, la música y los perros. Por otro lado, era brillante y defendía con vehemencia sus convicciones, y cuando estaba con él, como amigo o como colega escritor, me veía obligado a dar lo mejor de mí." "La amistad es más llana que el amor, pero también más profunda. Un amigo no sólo conoce tus defectos y los perdona, sino que ejerce de testigo." "«Todo buen libro —prosiguió— da a entender que el escritor, por muy doloroso que sea su tema, ha alcanzado cierto grado de paz interior respecto de él, cierta resolución interna, fruto incluso de la ira y la desesperación, aunque esa paz y esa resolución sean temporales. De ese modo sabes qué posición ocupa un hombre»." "Ésa era su mayor fuerza, su inconmovible fe en que el oficio de escritor es justo, en que un buen libro no puede fracasar y más tarde o más temprano será reconocido, mientras que un mal libro acabará por ser juzgado como basura, al margen de lo que ocurra a corto plazo. Sólo el largo plazo importa. En la literatura hay justicia. Si fracasas, es porque lo mereces. Tienes que aceptarlo." "Finalmente entendí lo que Vidia había querido decir al escribir: «Nunca he tenido que trabajar por un sueldo; cuando era muy joven prometí que jamás trabajaría, que no establecería esa clase de relación con la gente. Eso me ha permitido verme libre de las personas, de los enredos, de las rivalidades, de la competencia. No tengo enemigos ni adversarios ni maestros. No temo a nadie»." "Así pues, cuando lleguen mis días de impotencia, y el mal agüero del vino y la depravación me expulse de las dulces olas de la concupiscencia hacia la insulsa orilla de la gris moderación…" "—Creo que la literatura debe leerse en privado —respondió Vidia—. La literatura no es para los jóvenes. La literatura es para los viejos, los curtidos, los heridos y los baldados, que leen literatura para encontrar en ella ecos de su propia experiencia, además de cierto alivio."


Sir Vidia’s Shadow (1998) Mario Vargas Llosa escribió en 1998 un "Piedra de Toque" titulado "Predadores": "El escritor norteamericano Paul Theroux, autor, entre otras novelas, de la divertida La costa del mosquito, y de exitosos libros de viajes, descubrió hace un tiempo que un anticuario británico ofrecía en su catálogo varios libros suyos dedicados de puño y letra a su amigo, modelo y mentor, Sir Vidia S. Naipaul. Indignado, pidió explicaciones. Una nueva humillación lo esperaba: en vez de contestarle Naipaul en persona, lo hizo su nueva mujer, una periodista paquistaní tan bella como expeditiva, que desahució a Theroux con unas líneas burlonas. La venganza de éste es un libro infame y entretenidísimo, Sir Vidia"s Shadow: a Friendship across Five Continents, que desaconsejo comprar, e incluso hojear en una librería, porque quien lo haga terminará leyéndolo de cabo a rabo. Theroux conoció a Naipaul -unos diez años mayor que él- hace tres décadas, en Kenia, en la Universidad de Makerere, donde ambos trabajaban, y quedó fascinado por el talento y la personalidad del escritor indio-trinitario-inglés, a quien sus espléndidas novelas Una curva en el río y Una casa para Mr. Biswas ya habían hecho famoso. Se convirtió en su discípulo, su chófer, su mandadero, y, en premio a su devoción, Naipaul se dignaba de tanto en tanto instruirlo sobre los secretos de la genialidad literaria, y, también, a veces, como quien lanza unos cobres a un mendigo, sobre su concepción del mundo, del ser humano, del África y de la historia. Estas enseñanzas debieron ser fulgurantes y quedaron grabadas con fuego en la memoria del joven aprendiz porque, treinta y dos años más tarde, las reproduce literalmente, con sus puntos y comas y ademanes acompañantes." Hace algunas semanas el crítico y novelista José Carlos Yrigoyen que publicó en El Comercio de Lima una columna titulada "La sangre en el ojo": "Difícil, por ejemplo, acceder a los niveles de inquina y de sangre en el ojo que exhibe Paul Theroux en “La sombra de Naipaul”, unas memorias de su amistad y posterior distanciamiento con el premio Nobel 2001. Theroux, narrador de segundo orden, siguió durante décadas con ciega admiración a su camarada hasta el día en que encontró las novelas que le había autografiado en una tienda de libros viejos. Cuando pidió explicaciones, la respuesta fue un definitorio portazo en la cara. Theroux reaccionó con esta vitriólica crónica que corrobora aquello de que buena parte de los escritores brillantes suelen ser horribles personas.Porque Naipaul, sin duda, lo era. Es verdad que sus humildes orígenes y las humillaciones que sufrió durante su juventud en Inglaterra lo endurecieron e hicieron distante de los demás, pero su brutal arbitrariedad y violencia eran realmente injustificables. No tenía empacho en difundir su islamofobia y desprecio por el nacionalismo africano y en minusvalorar con entusiasmo la literatura que se producía en aquellos países. Misógino y machista hasta la caricatura, destruyó la vida de su esposa Pat, con quien estuvo casado cuarenta años, admitiendo incluso que la inacabable tortura mental que le endilgaba fue una de las seguras causas de su muerte en 1996. Theroux no se ahorra historias, anécdotas, chismes y bajezas que uno reprueba indignado mientras desea seguir leyendo." Es la primera vez que leo que un velo no se corre, sino que se rasga en unos casos con furia, en otras con tristeza y desasosiego, para narrar la experiencia vital de una larguísima amistad que nos muestra las tremendas pústulas y llagas casi a carne viva de un amigo querido, pero manipulador, fanático, profundamente egoísta, misógino, pagado de sí mismo y para rematar putañero y embaucador. Es la historia de todo lo que Paul Theroux tuvo que pagar por ser la «La sombra de Naipaul» un libro bien escrito, sólido y sobre todo adictivo.


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