"El silencio se estira. Hasta acá llegamos. Mamá es ese centímetro de piel inalcanzable entre mis omóplatos, ese pedazo que me pica y no me puedo rascar". A partir de un accidente en su infancia, Ema indaga en el vínculo con su madre y, embarazada de su segundo hijo, encara un viaje en busca de respuestas: ¿quién es realmente Elena? ¿La conoce lo suficiente? Su madre es distante y hay una zona que ella no logra franquear por más que lo intente; eso no cambió con el paso de los años. Con una prosa simple en apariencia pero cargada de imágenes certeras, Adriana Riva replantea los vínculos familiares con una precisión admirable, no exenta de humor y de crudeza, que convierte a La sal en una novela intimista y conmovedora. Esta es la era de las mujeres, y la literatura argentina está siendo renovada por muchas escritoras. Adriana Riva escribe con brillantez verbal, crea imágenes maravillosas y dispara al corazón de la empatía. Con este segundo libro se afirma, sin duda, como una voz personalísima dentro de esta escena.
La primera parte es hermosa. Por qué describe tanto con detalles tan claros que me sumergí en todo lo qué pasa, honestamente creo que es la parte que me dejo con ganas de más. Después termina correcto. Te hace pensar en el vínculo con tú madre, es un libro muy lindo, de lectura fácil y llevadera.
Llenaba el día con pequeñeces: el aire fresco que se colaba en la madrugada, las virutas de algodón que bailaban en los haces de luz color manteca, el olor a tierra húmeda después de la lluvia.