Los presupuestos y valores que están en los orígenes de las sabidurías budista, confucianista, taoísta, etc., no coinciden con los que impulsaron la razón occidental. Oriente se ha negado a romper el cordón umbilical del hombre consigo mismo y de los hombres entre sí. El saber oriental puede contribuir a recuperar valores como la serenidad, el sosiego, la felicidad, en fin; por este motivo, entra de lleno en las exigencias del más crítico humanismo.