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Sinopsis de LA ROJA INSIGNIA DEL VALOR

Con tan solo 24 años, Stephen Crane cambió el curso de la literatura bélica con su obra maestra La roja insignia del valor. Por primera vez, la guerra deja de ser un escenario romántico para convertirse en un infierno de fango, desesperación y miedo. La novela no tardó en convertirse en un best-seller que atrajo la atención de todo tipo de lectores, incluidos los más jóvenes. Crane conjuga con talento inigualable la descripción expresionista del campo de batalla con las dudas que siente el individuo hacia su valor en una situación extrema. Ambientada durante la Guerra Civil Americana, un joven se alista voluntario ingenuamente para defender unos ideales que irán siendo destruídos con el fragor de los cañonazos. Su capacidad narrativa y la agilidad de los diálogos sorprendieron a autores como Joseph Conrad, Henry James o H. G. Wells, aunque serían los narradores norteamericanos de la Generación Perdida (Hemigway, Dos Passos y Faulkner) quienes más se verían influidos por la prosa de Crane. Fallecido prematuramente a los 28 años, poco antes de morir acudió como corresponsal de prensa a la Guerra de Cuba, lo que le llevó a escribir Heridas bajo la lluvia, también publicada por Rey Lear en el número 1 de esta colección.

3 reseñas sobre el libro LA ROJA INSIGNIA DEL VALOR

Henry Fleming es un jovencito que sueña con convertirse en héroe luchando a favor de la Unión durante la Guerra de Secesión norteamericana. Se alista en el ejército. No le atan las lágrimas de su madre. Pronto se dará de bruces con la cruda realidad, que no tiene nada que ver con lo que él imaginó. Es aterradora. Se enfrenta, entonces, al miedo que lo inunda, lo avasalla y lo supera. Avergonzado por su cobardía, decide enarbolar la bandera, deseoso de purgar su miedo recibiendo una herida, una insignia de sangre que demuestre su valor. Esta novela se publicó por primera vez en 1895 y se erigió en modelo representativo de literatura realista de guerras. Fue elogiada, entre otros, por Hemingway. No hay fantasía, romanticismo o épica en el relato. Tan solo los hechos y pensamientos de un soldado cualquiera que se encuentra ubicado en una región norteamericana, pero que es fácilmente aplicable a lo que cualquier otro soldado, en otra época o en otro lugar podría sentir. (La lectura me hizo extrapolar la situación a las vivencias en Ucrania) Y aunque el argumento no se presta a la belleza o la magia, el escritor tiene la capacidad de absorber tu atención. Sientes que eres capaz de ponerte en el lugar de Henry Fleming, de padecer su miedo y su angustia. No es una situación nada agradable, obviamente, encarar a la muerte,. La guerra es una ruleta rusa con un arma cargada casi al completo, un paseo por el infierno. ¿Cómo es posible entonces que esta locura se siga repitiendo?


Stephen Crane, maestro inspirador de Ernest Hemingway, escribe en 1895 este episodio de la guerra civil norteamericana, describiendo crudamente el interior del joven Henry Fleming y el fragor de las batallas de las que participa, con una prosa directa, descriptiva y poética. Hemingway nombra al autor en su “Verdes colinas de África” y una vez más, no defrauda. 24 capítulos de historia y arte literario.


El primer libro que termino este año es una de las cuatro novelas que en su corta vida (29 años) llegó a escribir el norteamericano Stephen Crane. Una novela ambientada durante la Guerra Civil, posterior al nacimiento de Crane y que este escribió gracias a la exhaustiva investigación que realizó; es reconocida por su realismo. Y puestos en la piel de su protagonista, el soldado Henry Fleming, podemos ver y experimentar los horrores y sinsabores de la guerra. Fleming se alista para su primer batalla junto a su pelotón. Pero una vez comenzada la acción, se aleja y busca refugio. Avergonzado por su accionar, regresa y se suma a la fila de soldados que regresan abatidos, heridos y aún confundidos tras la lucha. Allí se le ocurre que lo único que podría reinvindicarlo sería obtener su propia herida, su roja insignia de valor que lo equipare a sus colegas. Sumidos en ese transe vemos caer a los heridos y prepararse una y otra vez para la batalla a los supervivientes. Este horror de la muerte tan próxima y tan sin sentido se va abriendo paso para revelarnos otra de las caras de la guerra, la del fervor de la lucha y la sed de sangre. Pero a su vez nos muestra en amplio abanico la propia naturaleza humana, pronta a ser zaherida ante los ojos y el conocimiento de los demás antes que ante nuestra propia consciencia. Una novela corta impresionante, que da placer leer por la claridad y los aciertos de su narración.


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