En La revolución romana, un clásico de la historiografía del siglo XX, Ronald Syme estudia la transformación del Estado y de la sociedad en Roma en los años del fin de la República y del inicio del Imperio, cuando se produjo una violenta transferencia del poder y la propiedad. En el centro de este proceso está la figura de Augusto; pero Syme no quiso poner el acento en su personalidad y en sus actos, que analiza críticamente, sino mostrar, a la vez, las acciones de sus seguidores y partidarios, de la oligarquía gubernamental, convertida en el auténtico protagonista.