La Zarandaestá otra vez entre nosotros, en nuestras páginas, en nuestros catálogos. ¿Y con qué cosa? ¿Siempre con lo mismo? ¿Pero es que se puede estar con otra cosa que no sea la misma vida, la misma agonía, la misma muerte? Sí que se puede, pero no es ese el papel que hay que esperar de La Zaranda. Su mensaje es, a fin de cuentas, como el de unos toreros de la muerte, que sacaran su diversión de la vecindad y hasta de la familiaridad con lo horrible. Pero La Zaranda es también un mensaje de misericordia.