Tirso se hizo eco en esta obra de un tiempo de crisis en Castilla-León que quiso poner como espejo en el que el espectador pudiera apreciar mejor otra crisis que el autor avistaba en la monarquía de Felipe IV, en la que le tocó vivir y morir. Frente a una nobleza ambiciosa, sediciosa e históricamente negativa, Tirso hace resaltar una armónica triada de gobierno formada por monarquía, nobleza y pueblo, todo un ideal del régimen absoluto de los Austrias, que en los años de Felipe IV empezaba a mostrar sus disfunciones.
A satisfacer la fama Que me habéis hurtado vengo; Mi agravio es León que brama; Un león por armas tengo, Y Benavides se llama. De vuestros torpes amores Dará venganza mi enojo, Mostrando a mis sucesores La nobleza de un león rojo