LA NOCHE MIL DOS

El sha de Persia (Irán) llega de visita al imperio austrohúngaro durante el reinado de Francisco José. En el gran baile en su honor, el sha se prenda de una condesa y solicita una noche de sexo con ella. Las autoridades austrohúngaras le dan gato por liebre: contratan a una prostituta de gran parecido con la condesa para cumplir con el deseo del sha. Hasta aquí el lector percibe un cuento más de las Mil y una noches, sin embargo, la aventura se trastoca en un amargo relato del alcahuete, un capitán de caballería y barón de nombre Alois Franz von Taittinger el cual contrata a la prostituta que será cedida al sha, y que luego se volverá en amante de Taittinger, y la prostituta llamada Mizzi Schinagl que tendrá un hijo desadaptado y delincuente del barón Taittinger. Bajo este fondo, Roth nos ofrece el más amargo y decepcionante retrato de un crepuscular imperio austrohúngaro, de un imperio, y una sociedad, en fase terminal pocos años antes del estallido de la Gran Guerra. Esta novela corta, o cuento largo, está plagado de la más despreciable fauna que Austria abortó durante el reinado de Francisco José. El largo relato cierra con este sugerente párrafo: “Tal vez podría construir muñecos que tuvieran corazón, conciencia, pasiones, sentimientos y una moral. Pero nadie en este mundo se interesaría por ellos. La gente solo quiere rarezas en este mundo: monstruos es lo que quieren, sí señor, solo monstruos.”